Jesús Helguera. El pintor e ilustrador del sentimiento mexicano

Quizás no se lo imagine, pero la famosa “Cuauhtimiña”, aquella posición de lanzar imaginariamente una flecha con la que festejaba Cuauhtémoc blanco cada gol que metía, y que también la utiliza el plusmarquista mundial de las carreras de 100 y 200 metros, el jamaiquino Usain Bolt, pudo tener su origen en esa imagen ya clásica del Flechador del Cielo pintada por Jesús Helguera, y reproducida en los miles de calendarios que vemos cualquier rincón del país, casa y negocio. Esa es la importancia del gran Helguera, conocido como “el pintor de calendarios”.

a) Flechador del cielo, de Jesús Helguera; b) “Cuauhtimiña”; c) Señal de la victoria de Usain Bolt

Jesús Enrique Emilio de la Helguera Espinoza, Jesús Helguera, nace el 28 de mayo de 1910 en Chihuahua, México; fue hijo de Álvaro de la Helguera García, un inmigrante español y de María Espinoza Escarzaga. Vivió su infancia en Ciudad de México y posteriormente en Veracruz. A los siete años el joven Helguera abandona México con su familia a causa de la revolución mexicana, estableciéndose en España. Radicado inicialmente en Ciudad Real, pasa a Madrid donde eventualmente se inscribe en la Escuela de Artes y Oficios y posteriormente es alumno de la Academia de San Fernando donde estudió bajo Marcelino Santamaria, Manuel Benedito y Julio Romero Torres entre otros profesores[1].

Al estallar la guerra civil española, Helguera, casado con Julia González Llanos, opta por retornar a México. Trabaja en la revista Sucesos para todos, y a partir de 1954 para la editorial Galas de México, empresa que aún conserva la propiedad de varios cuadros originales[2].

Señalaba el pintor Antonio Sierra[3], director en ese entonces de la revista Sucesos para Todos, que debido al contrato de exclusividad con la editorial Galas, se le impedía hacer trabajos para otras compañías, por lo que optó firmar como María Luisa Helguera, para evitar problemas legales con señalada editorial.

Entre sus famosas obras destacan La leyenda de los Volcanes  de 1941, o Grandeza Azteca.

Aunque falleció hace ya cuarenta años (5 de diciembre de 1971), su legado está vigente y aún nos sigue despertando imágenes e ilusiones de aquellas leyendas e historias convertidas en artes para todos.

Edmundo López de la Rosa

[2] Op. Cit.

[3] Antonio Sierra, comunicación personal, enero de 1996.

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